Lo primero que leí de Eduardo Galeano fue «El fútbol a sol y sombra», un libro extraordinario. Si no me equivoco, debe haber sido el primer libro que elegí leer por voluntad propia. Lo encontré curioseando en una estantería en mi cuarto, donde, sin saber bien por qué, había libros de mi padre, un gran lector que nunca se preocupó por tener una biblioteca suntuosa. Supongo que por eso había libros en varios lugares de la casa. Otro de los libros que también recuerdo haber encontrado y devorado fue «Fugas. Historias de hombres libres» de Samuel Bixen, lo que me hace pensar que no había un criterio específico para colocar libros en esa estantería. Hasta el día de hoy, recuerdo ese rincón como un lugar lleno de emociones para esos fines de semana lluviosos en los cuales no había permiso para salir a jugar.
Haber leido algo siendo un niño de 9 años y releerlo a los 37 me generó la sensación extraña porque intenté leerlo con los ojos de ese Santi que veia por primera vez escrita la palabras «mierda y culo». Alguien había escrito las palabras «mierda y culo» en un libro! No lo podía creer. En la relectura esperaba ansioso encontrarme con ese párrafo que ni siquiera recordaba sobré qué era. Aquí está:
Haber leído algo siendo un niño de 9 años y releerlo a los 37 me generó una sensación extraña, porque intenté leerlo con los ojos de ese Santi que veía por primera vez escritas las palabras ‘mierda y culo’. ¡Alguien había escrito las palabras ‘mierda y culo’ en un libro! No lo podía creer. En la relectura, esperaba ansioso encontrarme con ese párrafo que ni siquiera recordaba sobre qué era. Acá está

Lo interesante es que a los 37 años ese párrafo, más que hacerme reír, me llevó a reflexionar sobre aquellas cosas que no cambian porque no existe una verdadera voluntad de cambio.
El humor negro de esa frase popular brasileña pone de manifiesto y ejemplifica perfectamente otro concepto que Galeano desarrolla en la entrevista con Felipe Pigna: los temas serios no deben ser abordados de manera aburrida. El argumento es que lo serio puede ser interesante y estimulante, y lo verdaderamente importante suele tener la capacidad de enseñarnos a reír y a pensar de manera crítica al mismo tiempo.
Galeano menciona la palabra ‘sentipensante’, un término que utiliza para describir a las personas que usan tanto sus emociones como su razón al pensar o tomar decisiones. Y justamente eso fue lo que me pasó con «El fútbol a sol y a sombra», un libro que leí en 1997, año en que el Club Atlético Peñarol se consagró campeón uruguayo por quinto año consecutivo. Mi emoción por el fútbol estaba completamente desbordada, y claramente no solo pensé con la cabeza, sino también con el corazón. Galeano encontró esta palabra hablando con pescadores en Colombia, quienes la usaban para describir a alguien que entiende las cosas sintiendo y pensando al mismo tiempo.
Lo importante de ser «sentipensante» es que te permite ver las cosas de manera más completa. No solo usás la lógica, sino también cómo te sientís respecto a algo. Esto ayuda a entender mejor a las personas y al mundo, porque considera tanto los sentimientos como los pensamientos.
Galeano también reflexiona sobre la palabra «bobo» en un contexto muy interesante. Él menciona que cuando era niño pensaba que al corazón lo llamaban «bobo» porque se enamora, lo que sugiere que sería tonto dejarse llevar por los sentimientos. Sin embargo, Galeano profundiza más y explica que realmente se llama «bobo» al corazón porque trabaja sin descanso, indicando que el verdadero trabajo y esfuerzo continuo pueden no ser valorados como deberían, en un mundo que a menudo premia la astucia y el egoísmo sobre la honestidad y el trabajo duro.
Cada vez que encuentro personas desmenuzando el lenguaje y analizando conceptos que adoptamos automáticamente sin cuestionar, siento que rompen mi algoritmo y transforman mi visión del mundo. Acepto que, por ahora, soy un ‘bobo’ tanto en el amor como en trabajar tantas horas al día. Sin embargo, he llegado a ser este ‘bobo’ de una manera sentipensante.

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